viernes, 1 de agosto de 2008

Algeciras, parada y fonda


"Gracias por esta maravillosa noche", Jorge Drexler, abrazado a parte de su 'familia' de técnicos, con los que ha compartido una larguísima gira de 130 conciertos ,a lo largo de 16 países, y a quiénes, el cantante, les llamó 'mis cuatro temores', "con m", (como puntualizó a los espectadores), ponía punto y final, en Algeciras, a esta singladura de carreteras, aviones y furgonetas, de la que regresa con una maleta llena de recuerdos y sonidos. Para su último disco, 'Cara B', como así se titula, el cantante ha rescatado el piar de golondrinas de Buenos Aires, o el timbre de una bicicleta de la Patagonia. Como en aquella película de Walter Salles, 'Diario de una motocicleta', de la que Drexler compuso la canción que le valió el oscar, el público que acudió hasta el Parque María Cristina, fue espectador privilegiado del universo más personal del uruguayo.

Esta mastodóntica gira parece no haber hecho mella en el cantante quién, se enganchó con el público y éste de él casi desde el principio de su actuación en Algeciras con palmas y chasquidos de dedos que, en más de una ocasión, agradeció. Con improvisaciones muy celebradas como la que dedicó a Serrat, recordando aquel 'De Algeciras a Estambul', y siempre buscando la complicidad con la gente, Drexler fue desgranando algunas de las canciones de su último álbum, otras que le encumbraron como 'Frontera', 'Todo se transforma', 'Mi guitarra y vos', sin renunciar a sus especiales dedicatorias: Javier Ruibal, con una rumba pasada por milonga 'Toíto Cai', enfrentándose a la lengua anglosajona con su versión de una de Leonard Cohen o de su admirado Arnaldo Antunes.

Tuvo también un recuerdo emocionado para su hijo de once años a quién dedica la bellísima 'De amor y de casualidad', y divertió en momentos de gran comicidad cuando mostró aquellos dos instrumentos imposibles: El tenorio y el theremin. Y es que el universo Drexler no tiene fin.
Fuente: ÁREA
Fotos: I-ON

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