La nueva obra de Juan Antonio Palacios, la segunda en su reciente faceta de escritor literario, ‘Personajes Estrafalarios’, es una aproximación muy personal, pero a la vez universal, acerca de la sociedad actual. Es, en palabras del autor, quién nos concedió esta entrevista para Diario ÁREA, “una ventana a la curiosidad y a la observación”, mezclado con humor y fina ironía.
El ex alcalde algecireño demuestra con este trabajo, que posee una más que conocida habilidad para retratar su realidad y la realidad de los que le rodean, aunque sea a través de personajes ficticios pero igualmente identificables. Una obra ‘ejemplificante’ y en donde el ejercicio de la ética política cobra fuerza. Su primer libro, ‘Entre la hiel y el almíbar’ tuvo una buena acogida entre el público y ya ahí, algunos interpretaron que en la obra se reflejaba alguna que otra crítica velada hacia algunos personajes de la vida política algecireña.
Pregunta: -’Entre la hiel y el almíbar’ fue todo un éxito de ventas. ¿Ha sido propicio para escribir este, tu segundo libro?
Respuesta: -La verdad es que me acerco a esta segunda obra con mucha humildad. Para mí ha sido un ejercicio también de responsabilidad, con un profundo respeto hacia el lector que tan bien acogió mi primer libro, del que se han vendido más de tres mil ejemplares.
P: --¿Qué es ‘Personajes Estrafalarios?
R: -Parte de una idea que a mi me rondaba ‘en la azotea’ desde hacía ya algún tiempo, incluso antes de que escribiera ‘Entre la hiel y el almíbar’. Del material del que disponía, que titulé ‘Gilipolleces de un día cualquiera’, le fui dando forma durante este último año, y precisamente hoy lo presento en el ‘Kursaal’, en un acto, a las ocho de la tarde. Tengo que aclarar que ‘Personajes Estrafalarios’ no es un ensayo, tampoco es un estudio psicológico. Yo diría que es más, una ventana a la curiosidad. Desde esa ventana que son nuestros sentidos podemos descubrir ‘lo estrafalario’, y de personaje estrafalario, tenemos todos, también los personajes del libro, que no son estrafalarios por su conducta, sino que lo son, solo con nombrarlos. De ahí, por ejemplo, Honorato Camposano o Floripondio Chapuza, entre otros muchos.
P: El prólogo está escrito por el periodista Pedro García Vázquez...
R: Tengo que agradecer precisamente a Pedro García Vázquez que me haya apoyado y asesorado a la hora de escribir esta obra que está dividida en cuatro grandes partes: Vividores al poder, Esclavos de su necesidad, Alrededor de los que mandan y Curiosos Personajes. En total, han sido 256 páginas, y en las que también se publican unas cincuenta y dos ilustraciones caricaturizadas, dibujadas por Miguel Romero, al que, yo llamo, ‘el Antonio López Gaditano’, pero que aquí hace un gran esfuerzo y deja a un lado su habitual estilo, más realista para, centrarse en cada uno de los personajes que aparecen en el libro.
P: ¿Qué Ediciones Absalón haya vuelto a editar este segundo trabajo significa que la relación escritor y editorial se consolida?
R: Sí, efectivamente. Este libro ha sido posible y se ha hecho realidad gracias a Ediciones Absalón, una editorial destinada especialmente a promocionar a autores andaluces y gaditanos. Cuando leyeron el manuscrito que les hice llegar, fueron los primeros en apostar por él, y desde aquí, mi agradecimiento infinito.
P: ¿Qué hay de real y qué de imaginario en ‘Personajes Estrafalarios?.¿Podemos adivinar a personajes conocidos de la escena política y social de esta ciudad?
R: La he escrito con la premisa de que, si bien son personajes ficticios, tienen mucho de real y de auténtico. De todas formas, también hay mucho de literario. ‘Paco, el figurín’ es uno de ellos, si bien es totalmente identificable.
P: ¿Y la realidad que viene reflejada en este libro, no es una realidad deforme y grotesca?
R: No exactamente. Parto de la observación, del acontecer diario, aunque también incorporo elementos literarios. Yo diría que es más un compendio de realidad, con gotas de fantasía y exageración, ya que, la ficción, a veces supera a la propia realidad. Lo escribo, además, como un ‘divertimiento’, y como un buen recurso de higiene mental. Más que un ensayo, es un experimento literario con el que me he sentido muy a gusto.
P: ¿Está de acuerdo con que, además del humor, que se convierte en hilo conductor del libro, hay un componente de crítica soterrada sobre la sociedad actual?
R: No he escatimado en aportar una dosis de ironía y cinismo, algo así como el limón mezclado con la naranja, aderezado con fino humor y con cierta sensación de pasarlo bien, y todo ello, hilvanado por el sentido de la curiosidad y de la observación, como comenté anteriormente. Estas dos últimas premisas son importantes, teniendo en cuenta que desde mi experiencia personal, en el campo de la psicología, y ahora, también del periodismo, las he vivido y practicado.
P: En el prólogo, también se alude al ejercicio de la ética como posicionamiento vital y como fórmula para salir indemne de la fauna política a la que asistimos...
R: Siempre he pensado que ejercer la política es una actividad pedagógica permanente. El político se compromete con la sociedad, y está obligado a actuar de forma ejemplificante. Se lo explico de manera sencilla. Si un ciudadano cruza un semáforo estando en rojo, se verá como una falta, pero si es un político quien lo hace, se convierte en un escándalo. Es por eso, por lo que está asumido que estos personajes por lo que tienen de público están obligados a hacer pedagogía. Es lo que se ha venido a llamar ‘el ejercicio de la ciudadanía’, en donde suman y contrarrestan unos a otros. Como político, tenemos que hacer un esfuerzo de comportamiento ético y esto, no siempre se produce.
P: Para finalizar, Juan Antonio, cuál ha sido principalmente su motivación para escribir ‘Personajes Estrafalarios?.
R: Bueno, ya lo decía Serrat en una canción: ‘que las musas me cojan trabajando’. La gente que tenemos actividad pública, somos gente normal, a los que, a veces ‘se nos va la olla’, y no tenemos conciencia del papel que se nos asigna. En el fondo, se presupone que el político es gente honesta que ejerce el poder pero que, a la vez, tiene asumido que se dirige a un igual, a otro ciudadano. cuando eso no ocurre, se convierte en estrafalario, en personajes que no pueden ser modelos a seguir o a imitar.
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